El Arte de Madurar

La semana pasada, mientras paseaba a mi ya viejo perro Elvis, me sorprendí a mí misma sumida en pensamientos acerca de cuán maravillosa ha sido la experiencia de recibir de él verdadero e incondicional amor. Comencé a reflexionar sobre lo que, aparte de la bendición de tenerlo conmigo por un poco más de 14 años, he aprendido de esta relación tan especial y del arte de madurar.

Al no lograr encontrar una respuesta después de revisar algunas teorías bastante complicadas (tentación en la que todos tendemos a caer en primera instancia), se me ocurrió que la explicación podría perfectamente bien basarse en el simple hecho de que su amor por mí, su amo, es puro, sin falsas pretensiones, incondicional e incuestionable. Pero esto es algo que todo el mundo sabe de modo que, cual el verdadero asunto?

Un poco más al respecto

El punto es que, a pesar de que el amor de Elvis hacia mi es ‘incondicional’, el mío sí está sujeto a limitaciones y complejidades, e involucra otro tipo de emociones. A estas alturas ya te debes estar preguntando qué tiene que ver (hasta aquí) una relación de amo-perro, con la de un ser humano complejo relacionándose con otro.

Fotografía de Oliver el Golden Retriever de Ximena Guinguis psicoterapeuta

Y tienes razón. Pero tal vez debería entregar un poco más de detalles de manera que puedas entender de dónde provienen estos pensamientos.

Hace algunos años, pasar a Elvis era un reto para mí, sobre todo porque, no sé por qué, tenía esta ‘incómoda’ sensación de que éste me estaba paseando a mi ………. Su fuerza, energía y sus ganas de experimentar el mundo exterior, es decir, su barrio, lo hacía caminar tan rápido que no me daba tiempo para pensar ni prestar atención a lo que sucedía a mi alrededor. Sin embargo hoy en día, aunque todavía mantiene intacta su insaciable curiosidad, su ritmo es mucho más lento. Se detiene muy a menudo para observar y olfatear todo con más detalle y, por supuesto, para descansar.

Sin duda me alegra el corazón al ver que, para él, todo parece una nueva y excitante experiencia. Sin embargo, su nivel de dependencia en mí ha aumentado de forma exponencial en los últimos meses. A medida que su vista y su audición se deterioran, siente la necesidad de estar más cerca de mí y, si pudiera, estaría a mi lado todo el tiempo para sentirse más seguro.

Reflexiones y lecciones

Inmersa en mis cavilaciones, me di cuenta de que su creciente lentitud ha tenido un impacto en mí. Uno definitivamente positivo. Curiosamente, desde hace unos meses, he notado que cuando salgo (sola o con Elvis), mi nivel de ‘conciencia’ en lo que respecta a aquello que hay y/o está sucediendo a mi alrededor, ha aumentado…. He aprendido a ‘detenerme’ o, en otras palabras, a ajustar el ritmo de mi andar. En consecuencia, y de acuerdo con las circunstancias, me doy el tiempo para gozar de la maravilla que significa ver y escuchar, de esta ‘nueva’ forma de conectarme con mi entorno y los pensamientos que cruzan mi mente.

Otra gran lección que he aprendido de este maravilloso compañero peludo es que su paso pausado facilita el arte de ‘lectura’, conocer y conectarse con la gente. Todo tipo de gente. Para él, las diferencias de edad, sexo, altura, peso, color, religión, formación académica, nivel social o cualquier otra cosa por lo demás, son absolutamente irrelevantes. Elvis adora ser alabado, acariciado y mimado, sin embargo también sabe (o entiende) que las cosas tienen que hacerse de una manera determinada y que existen límites.

Una Bella Experiencia

El otro día Elvis caminó hacia un mendigo y yo no se lo impedi. Tampoco este joven hizo ademán de evitarlo. El hombre tenía un ‘buen aura’, no dijo una sola palabra y acarició a Elvis de una manera tan relajada y tierna que me sentí abrumada. Entonces empecé a reflexionar sobre qué tipo de ‘super instintos’ (a falta de una mejor palabra o descripción) mi dulce perrito tiene que es capaz de obtener tan fácilmente lo mejor de todo el mundo, a veces haciendo que parezca como si él ‘influenciara’ las personas de manera profunda.

Esto me hizo pensar acerca de nuestras propias limitaciones, la mayoría de las cuales tienen su origen en prejuicios e ideas falsas, en nuestros propios temores y debilidades internas.

Pero, porqué compartir todo esto?

El motivo por el cual decidí compartir todo esto está relacionado con el hecho de que pienso que existen similitudes entre mis observaciones respecto del comportamiento de Elvis a lo largo de sus años y nuestro propio ciclo de vida (humana). Tenemos esta tendencia (igual que Elvis en su juventud) de vivir nuestras vidas a un ritmo muy rápido. Despertamos en por la mañana y, en un abrir y cerrar de ojos, pareciera como que el día ‘se fue volando’ y ya estamos de vuelta en la cama, exhaustos. Estamos tan ocupados durante el día, intentando saber todo, alimentando la ilusión de ‘estar en, o tener el control’, conectados a la tecnología 24/7, mientras que pasamos por alto la forma, el perfume y el sabor de aquellos elementos a los que, junto con las relaciones, se debe prestar atención con fin de poder vivir una ‘vida más plena’.

Caricatura de un hombre sosteniendo una bombilla en su mano

Por lo tanto me pregunto, nos estamos perdiendo algo? Tenemos que llegar a la ‘tercera edad’ para llegar a alcanzar un nivel de madurez y conciencia que haga comprender y enfocar la vida de una manera diferente?

Y la Respuesta Es…

La respuesta es NO, al menos no necesariamente. Aunque en el caso de los para perritos se trata de un simple instinto, pienso que debiéramos intentar emular nuestras mascotas y simplemente optar por la felicidad. Lo sé … más fácil decirlo que hacerlo. Sin embargo, si la mayoría de nosotros nos enorgullecemos de ser (relativamente) inteligentes, a qué se debe entonces que la mayoría de las veces sucumbimos a la tentación de hacer el mínimo esfuerzo posible y sólo ‘sobrevivir’ en la vida?

Tal vez, sólo tal vez, porque no tomamos suficientemente en serio el hecho de que si hiciéramos este simple, consciente esfuerzo, podríamos disfrutar de las recompensas mentales, emocionales y físicas que trae consigo una actitud más simple, más feliz y más positiva.

Pero cuidado. Esto no se trata de algo trivial. Se trata, ni más ni menos, que del arte de madurar… Debemos esforzarnos mucho, ejercitar la paciencia, disminuir nuestro ritmo, respirar y meditar. Debemos intentar lograr pasar el día en armonía. Es un poco como conducir un coche en el que al entrar en el, nos sentamos, revisamos los espejos, el tablero de instrumentos y los señalizadores, y luego nos abrochamos los cinturones de seguridad. Una vez bien preparados, ponemos la primera marcha, miramos con cuidado para asegurarnos de que no vayamos a chocar a (o ser chocados por) alguien, y conducir con cuidado prestando atención al tráfico (vehículos y peatones incluidos).

Intentado Entender…

Todo lo anterior es una representación simbólica y simplista de la vida en la que, al estar sentado en el asiento del conductor, debes administrar a diario tu propio ‘tráfico’ o , en otras palabras, tus actividades, y hacer frente a dinámicas muy diferentes en función de cada relación. En este caso, me atrevo a ofrecer aquí algunos consejos para llevar a cabo este ejercicio.

Cuando hay demasiado ‘tráfico’

Normalmente, nuestros sentidos se encuentran en mayor estado de alerta. Estamos muy conscientes de nuestro entorno y observamos a nuestro alrededor para evitar cualquier accidente. Estamos constantemente pensando en diferentes estrategias para evitar situaciones conflictivas.

Imagen multicolor con siluetas de personas saltando de alegríaPrestamos muchísima atención puesto que siempre habrá un ‘curioso personaje’ que va a crear una situación de riesgo sólo por causa de impaciencia.

Del mismo modo, durante una jornada activa y compleja que puede provocar altos niveles de estrés, necesitamos respirar, pensar y centrarnos en nuestra tarea y objetivo. Es fácil quedar atrapado en la ‘pista de alta velocidad’ del día y sentirse abrumado por la ansiedad. Esto no nos conduce a ninguna parte.

Conéctate con tu entorno, al ‘aquí y ahora’, presta atención a las distorsiones que podrían estar creándose. A veces nuestros propios temores, combinados con altos niveles de ansiedad, pueden hacernos ver las cosas de una manera que no se compadece con la realidad objetiva, aumenta la ansiedad y, en consecuencia, se produce un círculo vicioso.

Cuando la ‘vía’ está despejada

Una magnífica oportunidad para gozar de la ‘ruta’! Sin embargo, puedes caer en la tentación de conducir demasiado rápido y por ende correr el riesgo de ser tú el causante de un incidente que podría dejar malheridos (incluyéndote a ti).

Cuando sientas que tienes tiempo disponible, aprovecha esa ‘preciosa’ oportunidad utilizala de la mejor forma que puedas en función de tus necesidades y aspiraciones.

Cuando vas atrasado

A diferencia de la situación mencionada más arriba , a veces nos estresamos demasiado porque llegaremos tarde a una cita. Podríamos conducir más rápido, correr riesgos innecesarios y eventualmente culpar al tráfico por esta situación. Cuánto de debiera ser atribuído a la falta de planificación de nuestra parte, o al tráfico o hasta qué punto queremos (o necesitamos) culpar a otros?

Hombre joven intentando mover una enorme roca

En general, en la medida que ‘ maduramos’, va mejorando nuestra capacidad de desarrollar ideas y seguir ‘indicaciones’ respecto de cómo queremos que sea nuestra. Sine embargo, lo anterior puede cambiar de un momento a otro, sin previo aviso. Debemos aprender a ser flexibles puesto que, aún que pensemos, y alberguemos la idea de que tenemos ‘control’ sobre nuestras vidas, es esto realmente cierto? A pesar de que quieras ir de A a B, siempre puedes encontrarte con la sorpresa de verte obligado a tomar un desvío hacia C y D antes de poder llegar a B. Al igual que lo que ocurre con el tráfico carretero las cosas pueden cambiar de un momento a otro por lo que es necesario que prontamente hagamos gala de flexibilidad para ‘adaptarnos’ de manera de evitar situaciones difíciles.

Acarreando demasiado peso

Piensa en las consecuencias de conducir un vehículo demasiado sobrecargado. Quizá se dañe su chasis, sus amortiguadores y su motor lo que implicaría que el carro requeriría de mayor esfuerzo y energía para seguir rodando.

Un ‘peso’ adecuado y bien repartido te permitiría viajar a diario de una forma más relajada. Podrías eventualmente gozar de la ruta y del paisaje sin que, por supuesto, esto último no te distraiga de la tarea de conducir en forma segura.

Piensa igualmente en el impacto físico (estrés muscular), mental y emocional que tendría en ti un enfoque de vida ‘más sano’.

Pienso que un nivel más elevado de conciencia respecto de nuestras vidas, es decir estar más y mejor conectados con el significado de nuestra jornada en esta Tierra, ser más cuidadosos en el proceso de balance en la interacción entre nuestro mundo interno y externo, estando conscientes de nuestras limitaciones físicas e intelectuales, y humildemente agradeciendo el tener la suerte de estar ‘aquí’ podría, probablemente, tener un ‘interesante’ impacto en nuestras emociones y relaciones con la gente al igual que con nuestro entorno.

La terapia ya no está tan estigmatizada como antes, y no hay nada de malo en admitir que necesitamos apoyo adicional. No dudes en contactarme para obtener más información sobre el tratamiento relacionados con períodos de transición.