Pérdida, Esperanza y Crecimiento

El hecho de que recientemente hayamos atravesado tiempos particularmente difíciles, confusos, extraños e inciertos no es, por supuesto, ninguna novedad. Sin embargo, es evidente que COVID-19 ha agregado un elemento adicional de turbulencia a nuestras vidas ya ocupadas. En mi mente surgía una imagen que proyectaba un mundo que parecía haberse (casi) detenido debido a la pandemia. Esta situación me hizo sentir la relevancia de reflexionar sobre Pérdida, Esperanza y Crecimiento. La incertidumbre que acompaña esta situación puede evocar en nosotros un profundo sentimiento de pérdida por lo que estamos dejando atrás, esperanza por lo que viene, y crecimiento como resultado de esta experiencia. Vale la pena explorar las posibles implicaciones dependiendo de la ‘etapa de la vida’ en la que nos encontremos y de lo ‘duro’ con que esta situación nos ‘golpee’ a cada uno de nosotros.

La vida, tal como la conocíamos, quedó de cierta manera paralizada y, si no totalmente, al menos disminuyó su ritmo y desvió su rumbo debido a cambios inesperados que, con toda certeza, evocan diferentes niveles de incertidumbre, angustia, miedo e ira, entre otros.

En este sentido, en un día oscuro y nublado, mientras observaba la lluvia torrencial desde la ventana de mi oficina, me puse a repasar mentalmente el impacto que las  actuales circunstancias aún siguen teniendo en nosotros y cómo éstas han afectado la forma en que interactuamos con nuestros mundos internos y externos.

Al Grano….

Curiosamente, esto me hizo pensar en mis días de colegio cuando cursaba primaria (se siente como si fuese hace un siglo… ..). Recuerdo que la escuela tenía una sala llamada ‘El Rincón de los Objetos Perdidos’, un lugar donde los estudiantes podían ir y recuperar artículos perdidos que pudieran haber sido encontrados por otros. La habitación estaba llena de innumerables cosas, adiciones recientes y otras olvidadas hace mucho tiempo. Uno iba allí y se ‘sumergía’ en esta habitación de aspecto y olor extraño con la esperanza de encontrar lo que sea que estábamos buscando. En esa etapa de nuestras vidas esto parecía una aventura, que obviamente se compartía con tu mejor amigo o amiga.

De vez en cuando me encuentro pensando en los momentos en que nos sentimos perdidos, sin sentido de dirección y cuestionando todo. Alguna vez te ha pasado algo similar? Quizá durante el confinamiento?

Me gustaría invitarte a realizar un breve recorrido interno para ver si puedes, o deseas, encontrar tu propia habitación de ‘objetos perdidos’ y comenzar a observar lo que hay en ella. Quizás algo reciente, algo que se arrastra desde hace tiempo, cosas que de alguna manera están enterradas en lo más profundo y son difíciles de encontrar y/o aquellas que, por el motivo que sea, fueron ‘archivadas’ como pérdida y no las habías querido encontrar hasta hoy. Este proceso de introspección indudablemente evocará un cierto nivel de ansiedad, expectación, de esperanza y de pérdida, todos los cuales son reacciones naturales. El ‘yo’ se está preparando para salir de su zona de confort con el objeto de explorar lo desconocido en busca de ‘cambio’’, o ‘evolución’, o ‘crecimiento’ o ‘desarrollo’.

Entonces, qué es lo que podemos haber perdido y qué podemos encontrar? Cómo podemos vivir esta etapa de crecimiento?

La ‘Pérdida’

Aquello a lo que renunciamos, dejamos ir o, a veces incluso lo que se nos arrebata en el proceso, se experimenta como una pérdida.

Pizarra pequeña sobre una mesa tiene escrito cómo, qué, porqué y dónde

Una vez que aceptamos el hecho de que casi todo y cada situación es transitoria implica, mayormente, una pérdida, nos permitimos entonces visualizar nuestra situación con una  mentalidad abierta, podemos dejar fluir el proceso de cambio, ayudándonos así a seguir adelante. Este es el tipo de dinámica que nos ayuda a tener una mejor disposición para ver las cosas o llegar a nuestros sentimientos de diferentes formas.

Dentro de este proceso de ‘transformación’, dejamos atrás aquellos pensamientos, sentimientos y comportamientos que nos hacen daño y, a veces, pueden llegar a ser disfuncionales. En otras palabras, nos convertimos en parte activa del proceso de renovación. Ciertamente, los diferentes tipos de pérdidas tienen diferentes impactos en cada uno de nosotros. Sin embargo, para los efectos de este artículo, no profundizaré en todos ellos.

Lo ‘Encontrado’ (esperanza)

La visión de Marco Aurelio sobre la paradoja de la vida es que, en tiempos de crisis en los que finalmente nos enfrentamos a situaciones inevitables e incluso necesarias como la muerte, el dolor, el conflicto o la tristeza, éstas nos hacen ‘despertar’ para obligarnos a ser más conscientes y abiertos a la vida. Por ejemplo, alguna vez has perdido a un ser querido y, al procesar la triste experiencia, has tenido pensamientos existenciales sobre la mortalidad y la fragilidad de la vida? Cuando nos encontramos en este ‘estado mental’ se nos hace más fácil reflexionar sobre nuestra propia vida de una manera diferente. Es como si nos hubiésemos despertado y nos relacionasemos con nuestra realidad de una manera más conectada.

La vida es un flujo dinámico que nunca se detiene. Tiene una corriente subyacente de esperanza y crecimiento que nos motiva a seguir adelante sin importar lo difíciles que puedan llegar a ser las cosas. La esperanza aporta una dimensión de fuerza a nuestras aspiraciones, animándonos a tomar las medidas necesarias para hacerlas realidad. Evitar participar en esta experiencia nos lleva a un estado de estancamiento. En su libro The Ethics of Ambiguity, Simone de Beauvoir se refiere a este último diciendo que ‘… la vida está ocupada tanto en perpetuarse como en superarse a sí misma y que, si todo lo que hace es mantenerse, entonces vivir es sólo no morir …’ .

Dimensiones de la existencia

Regresemos a nuestra habitación de ‘objetos perdidos’. El contenido de esta ‘sala’ dependerá de nuestras experiencias de vida. Hay tantas cosas allí que, lidiar con todas ellas, puede transformarse en algo confuso y abrumador a menos que podamos lograr poner algo de orden de una manera más organizada y estructurada. Pensé que, para comprender mejor este proceso transformador, podría ser útil reflexionar brevemente, y eventualmente considerar, las opiniones de la Dra. Emmy Van Deurzen sobre las dimensiones físicas, sociales, psicológicas y espirituales de la existencia. La autora afirma que cada una de éstas enfrentan un conflicto entre dos fuerzas, es decir, lo que deseamos versus lo que tememos. La capacidad de reconciliar estos dos aspectos trae a la luz una sensación de conciencia, aceptación, esperanza y crecimiento.

Lo más probable es que te preguntes «¿cómo?». La respuesta corta es trabajar con cada una de estas dimensiones tomándolas como un marco a través del cual podemos ver, organizar y experimentar el contenido de nuestro propio rincón de objetos perdidos. En este punto, me gustaría dejar muy claro que la idea aquí no es compartimentalizar las diferentes dimensiones, sino que visualizarlas en forma separada, si bien teniendo en cuenta que éstas están conectadas ya que se afectan constantemente entre sí.

La Dimensión Física

Se refiere a la relación con el mundo que nos rodea, desde el entorno concreto como los objetos y posesiones materiales hasta los naturales, nuestro cuerpo y el de los demás, sus necesidades, su fragilidad, su vulnerabilidad y su mortalidad.

Gráfico de tres dimensiones con una bola, un cubo y un cono, símbolos de esperanza.

Esta dimensión de existencia representa la tensión que existe entre el deseo de controlar o dominar versus la aceptación de las limitaciones de los límites naturales como, por ejemplo, algunos tipos de enfermedades y dolencias de la vejez, entre otras. Independientemente del hecho de que nuestro objetivo sea el de vivir una vida larga y saludable, el reconocer que nuestra situación podría cambiar prácticamente de la noche a la mañana y sin previo aviso, puede evocar miedo. Por otro lado, la aceptación de nuestras limitaciones puede ayudar a liberar la tensión asociada a una situación particular.

La Dimensión Social

Esta dimensión se refiere a la forma en que interactuamos con el «mundo público». En otras palabras, se relaciona con la forma que que tenemos de interactuar con los demás, cómo nos relacionamos y respondemos a las expectativas sociales, el entorno cultural en el que estamos inmersos, la clase y raza a la que pertenecemos.

La lucha o conflicto que presenta esta dimensión se basa en la fuerte necesidad que tenemos de ser aceptados y de pertenecer versus el miedo al rechazo y al aislamiento. Hoy en día, la tecnología y las redes sociales han transformado la dimensión social ya que han ‘metamorfoseado’ la interacción social de una conexión física/humana a una digital/virtual. El sentimiento de aceptación y pertenencia se mide por el número de «me gusta» y el número de «seguidores». Desafortunadamente, por mucho que intentemos negarlo, estas medidas solo crean una ilusión, una efímera sensación de éxito, fama y/o poder que, a través de un simple ‘clic’ puede, en el peor de los casos, también desencadenar sentimientos de fracaso y soledad.

La Dimensión Psicológica

Aquí hablamos de la forma en que nos relacionamos con nosotros mismos y nuestro mundo interno. Toma en consideración las opiniones sobre nuestro carácter, nuestras experiencias pasadas y las proyecciones que tenemos en relación con nuestras posibilidades futuras.

La lucha que presenta esta dimensión a menudo se expresa en términos de la tensión entre nuestras fortalezas y debilidades personales con la búsqueda de un sentido de uno mismo y un sentido de identidad. El tercer elemento del ‘conflicto’ que se presenta se llama realidad (no es de extrañar, supongo), la que nos confronta con situaciones que puede diferir respecto de lo que nosotros pensamos que somos vistos desde nuestra propia perspectiva. Esto tiene el potencial de conducirnos hacia un estado de confusión o desintegración.

La Dimensión Espiritual

Finalmente, la dimensión espiritual se refiere a la relación que establecemos con algo más grande que nosotros mismos, con lo desconocido, con una ideología o con una perspectiva filosófica. El cómo nos conectamos con algo que está más allá de nuestra rutina y vida cotidiana.

Es en esta dimensión donde encontramos y/o creamos el propósito de vida que nos ayuda a darle sentido y significado a nuestras vidas. Existen diferentes formas de lograr esto, como por ejemplo, a través de la religión, de las diferentes visiones del mundo, perspectivas seculares, o incluso de una forma muy personal basada en nuestros pensamientos y creencias. Estamos en una constante búsqueda de algo que realmente importe, que nos inspire a vivir una vida más plena. Queremos trascender a nosotros mismos, contribuir a la humanidad con algo valioso.

Las luchas o conflictos que presentan esta dimensión a menudo están relacionadas con la tensión entre el propósito y el absurdo, la esperanza y la desesperación.

El camino a seguir

Imagínate en tu propio rincón de objetos perdidos. Respira y observa. Tómate tu tiempo para comprobar qué hay allí y, si hay algo, qué quieres hacer con ello. Si y cuando identificas algo de ‘interés’ que necesita revisión y/o que requiere ser tratado y/o reconstruido, entonces el mejor curso de acción sería asociarlo con una de las dimensiones antes mencionadas, colocarlo en aquella a la cual pertenece, e iniciar el proceso de búsqueda de formas de reorganizar los sentimientos de manera positiva y con actitud positiva.

tablero con un laberinto y una mano con lápiz señalando la pérdida, esperanza y crecimiento personal.

Como parte de nuestro proceso transformativo y crecimiento personal, nos corresponde a nosotros decidir qué guardamos y qué dejamos ir, qué reciclamos o transformamos. Hacer uso de estas  dimensiones sin duda nos ayudará a ver y comprender a cuáles de ellas debemos prestar atención, las áreas en las que debemos concentrarnos y en las que debemos trabajar.

Mantener el equilibrio siempre es importante puesto que proporciona una sensación de armonía. Si nos dejamos absorber exclusivamente en una de las dimensiones y descuidamos las otras, corremos el riesgo de perder el equilibrio y «sufrir» las consecuencias resultantes.

Como en cada viaje que hacemos en la vida, hay altibajos, caminos sinuosos y obstáculos que afrontar. Sin embargo, es solo enfrentando aspectos tanto positivos como negativos y reconciliando la idea de que uno no existe sin el otro, que podemos abrir un espacio que genere la energía para hacernos avanzar, inspirarnos a vivir de una manera más creativa y, con tenacidad, quizás aspirar a una existencia menos estresante.

 

Si estás enfrentando dificultades para mejorar y navegar en tus relaciones, considera contactarme para terapia individual. Juntos, podemos desarrollar las habilidades necesarias para optimizar tus relaciones interpersonales.