Reaccionar o Responder

Reaccionar o responder, esa es la cuestión! Bueno … Tengo claro que, lo más probable, es que estés familiarizado con la versión original «Ser o no ser … esa es la cuestión”. Sin embargo hoy, si me lo permites, me gustaría tomarme la libertad de utilizar una versión algo mundana relacionada con el profundo desafío intelectual del Sr. William Shakespeare, que, en mi opinión, también merece mucho pensamiento y atención.

Porqué a veces sentimos que una emoción puede tomar control de nuestras vidas de una manera tal que inhibe nuestra capacidad de pensar, afectando nuestro comportamiento e incluso nuestras funciones corporales?

El objetivo de este breve artículo es el de intentar de arrojar algo de luz respecto de cómo controlar nuestras emociones en el marco de la interminable disputa interna relativa a cómo reaccionamos y/o respondemos a los estímulos internos y/o externos.

Introducción

Por qué de vez en cuando sentimos que las emociones toman control sobre nuestras vidas, de manera tal que pareciera que éstas inhiben nuestra capacidad de pensar, afectando nuestro comportamiento e incluso nuestros cuerpos? Es bien sabido que la ciencia asocia al ser humano a un motor que tiene sistemas complejos y componentes individuales que están permanentemente interactuando entre sí y por lo tanto se impactan mutuamente. En otras palabras, los aspectos físicos (es decir, la ‘mecánica’) y los aspectos mentales, emocionales y espirituales no solo están estrechamente relacionados, sino que también están en constante comunicación, regulándose a sí mismos y entre sí.

La Dra. Christina Northrup (MD, ginecóloga-obstetra, fundadora y presidenta del Centro para el Empoderamiento de las Mujeres) sugiere que la conexión entre nuestras emociones y nuestra salud es directa y poderosa. Por ejemplo, la parte del cerebro que nos permite experimentarlas tiene variadas y complejas conexiones con nuestros órganos internos, como el corazón y el sistema cardiovascular.

Es cierto que el tema de las emociones da para largo…. Sin embargo, a fin de no extenderme demasiado en este artículo, mencionaré sólo unos pocos pensamientos.

Qué se entiende por ‘emoción’

Mientras más aprendemos respecto de las emociones, y cómo éstas funcionan, mejor preparados estamos para llevar vidas más plenas y satisfactorias. Las emociones constituyen una especie de ‘lenguaje universal’ que une a la humanidad en una sola familia. Aunque éstas tengan rasgos complejos, son no obstante vitales para nuestra supervivencia.

Dibujo de pétalos de flor y círculos representando nuestras emociones

De alguna manera, todos estamos familiarizados con aquellas situaciones en las que emociones abrumadoras nos impiden escuchar, pensar e incluso actuar de manera juiciosa o, por el contrario, la falta de ellas resulta en una actitud fría e indiferente. Has escuchado hablar del Sr. Spock y Data de Star Trek (series de TV y películas) o los recuerdas? Estos personajes representan ejemplos claros de individuos que no son capaces de experimentar emociones o empatizar con los demás, una condición que genera relaciones incompletas y frustrantes para la contraparte humana. Como podemos ver, ninguno de los dos extremos del espectro emocional es ‘saludable’.

Crear y mantener un equilibrio razonable, donde las emociones nos permitan ver, pensar mejor y sentirnos más vivos, pareciera ser una alternativa más atractiva.

Las Emociones Básicas

Paul Ekman y Wallace V. Friesen creen que la existencia de emociones básicas es universal e innata, automática y rápida, y desencadenan un comportamiento con un alto valor de supervivencia. Es como si estas emociones estuvieran conectadas al cerebro humano. A pesar de que los investigadores han analizado muchos más (que se pueden ver representados en el diagrama de emociones de las ruedas), parece haber consenso sobre seis emociones básicas, es decir, ira, disgusto, miedo, felicidad, tristeza y sorpresa.

Saber cómo lidiar con las emociones es un talento valioso que algunos han llamado inteligencia emocional.

Las emociones existen para ser experimentadas, procesadas y expresadas, pero no para ser reprimidas. Es una ilusión pensar que porque las ‘enterramos’ o las ‘negamos’ éstas dejan de existir. Por el contrario, las emociones no resueltas pueden volverse tóxicas. Sin embargo tarde o temprano tendemos a expresarla, de una forma u otra (por ejemplo, reaccionando exageradamente en una discusión, siendo muy sensible a una situación particular o teniendo dificultades para relacionarse con los demás).

Las emociones deben fluir como un río, dejándolas pasar por nosotros. Si nos aferramos a ellas o tendemos a acumularlas internamente, pueden tener el mismo efecto si fuera un estanque con agua estancada que produce bacterias y termina siendo poco saludable para beber. Usando esta analogía, intenta visualizar algo similar que suceda dentro de ti. No es una imagen muy atractiva, verdad? Nuevamente, y como indiqué al comienzo de este artículo, nuestros sistemas (como seres humanos) están todos conectados. Por lo tanto, mantener emociones negativas atrapadas en tu ‘mundo interno’, o no estar dispuesto a dejarlas ir, tiende a afectar negativamente la bioquímica en nuestro cuerpo, incrementando la posibilidad de que ésta se torne en contra de nuestro….

Reaccionar o responder

Ahora que hemos vuelto a la pregunta principal, ¿qué tal tratar de hacer un ejercicio de asociación libre?

Fotografía en blanco y negro con máscaras de hombres con diferentes expresiones de emociones

Reaccionar a una experiencia desafiante generalmente significa que adoptamos una actitud inmediata, espontánea, defensiva y/o agresiva. Podemos sentir la tensión … Dado que nuestro comportamiento es instintivo, impulsado emocionalmente y muchas veces con una buena dosis de pérdida de control, otros nos perciben como el ‘agresor’.

Responder a una experiencia desafiante significa adoptar un razonamiento sereno, no amenazante o contenido, que invite al diálogo.

Existe un equilibrio entre el razonamiento y las emociones. Por supuesto, responder, definitivamente requiere más esfuerzo y determinación que simplemente dejarse someter por las presiones.

Cómo enfrentar experiencias complejas

Consciente del hecho de que existen un sinnúmero de alternativas, quisiera sugerir los siguientes dos mecanismos que podrían ayudarte a desarrollar, o continuar trabajando en, un conjunto de habilidades para ser utilizadas cada vez que te enfrentes a una experiencia desafiante.

Usando el cerebro

En vez de referirme a las emociones como ‘buenas’ o ‘malas’, pienso que tendría más sentido considerarlas algo así como un tipo de ‘guía’. En general, las emociones que nos hacen sentir bien tienden a hacernos llevar una vida más sana, mientras que las que nos hacen sentir mal o incómodos tienden a llamar nuestra atención respecto de la necesidad de re-enfocarnos, cambiar nuestra percepción y/o comportamiento. Para que esta ‘guía’ nos brinde buenos resultados, debemos ser capaces de identificar las, y el tipo de, emociones que estamos experimentando.

Digamos que estás experimentando una sensación de tristeza abrumadora. Está claro que la tendencia natural es la de sentirse sobrepasado por ella, es decir, reaccionar. Por otra parte, pensemos en qué pasaría si tuvieras un enfoque diferente para enfrentarlo. En otras palabras, ‘darle un nombre’. Eventualmente puedes detenerte, o hacer una pausa y determinar a qué tipo de emoción te estás enfrentado. Por ejemplo, en este caso, diciéndote a ti mismo ‘me siento triste’.

En estos casos, es importante que hagas el esfuerzo de dejar que la emoción se sienta en su totalidad, que la dejes fluir a través de tu cuerpo y mente, ‘abrazarla’ y luego expresarla, en lugar de oponer resistencia e intentar arreglarla o cambiarla. Tómate el tiempo para escribir sobre lo que estás sintiendo, describiendo tus emociones con el mayor grado de detalle posible. Este ejercicio te permitirá repasar tus notas escritas (y no así lo que sólo recuerdas) tantas veces como quieras o necesites.

Inténtalo

Con tus apuntes a mano, relee lo que escribiste. Es probable que te den deseos de hacerte el tipo de preguntas que pueden parecer difíciles de responder, como «porqué estoy triste?», «qué quiero decir con estar triste en esta situación particular?», «esta tristeza se relacionan únicamente con esta situación particular o también con una experiencia anterior, un antiguo sentimiento o dolor?», «porqué vuelvo a sentir lo mismo una y otra vez?», «qué me está diciendo esto realmente?», «qué es lo que debo aprender de todo esto?». Cuando empiezas a darte cuenta de que esta tristeza tiene distintas dimensiones, la energía que inicialmente sentías como abrumadora comienza a cambiar, es decir, se vuelve menos intensa. Este es un buen ejemplo de cómo podemos responder a una emoción.

De hecho, no estoy diciendo que este sea un proceso fácil de seguir, sobretodo por cuanto se necesita una cantidad sustancial de determinación y coraje para afrontar esta situación. Sin embargo, aumentar el nivel de conciencia nos ayuda a reenfocarnos, permitiendo así que se lleve a cabo el proceso de cambio.

Usando la mente

Intenta llevar tu respiración a un ritmo lento y uniforme. Al hacerlo, proporcionamos a nuestro cuerpo los niveles adecuados de oxígeno requeridos para funcionar a su máxima capacidad. También aumenta nuestro nivel de conciencia respecto del proceso de pensamiento relacionado con una experiencia específica.

Bolas celeste con caras de smiley algunas felices y otras tristes

Centrar nuestra atención en nuestra respiración ayuda a lograr mayor conciencia sobre nuestro cuerpo, dándole ‘tregua’ (o calmando) a nuestros sistemas. A medida que lentamente vamos alcanzando el punto en que nuestra mente comienza a ‘despejarse’, simultáneamente comenzamos a localizar, y prestar atención, al o los puntos dónde se localiza la tensión. El hacer progresos en nuestra capacidad de mantenernos calmados cuando nos enfrentamos a situaciones estresantes también mejora nuestra habilidad para escuchar atentamente.

Todo esto nos permite responder de forma más reflexiva, fomentando así un espacio de comunicación colaborativo y productivo. En la medida que dejamos que nuestras emociones fluyan a través de nuestro cuerpo y liberamos la presión, mantener nuestra compostura refleja una clara señal de fortaleza emocional.

En resumen

Una vez más, no estoy diciendo que el alcanzar este nivel de atención sea fácil. No es posible escapar al hecho de que volveremos a recaer en el futuro. Sin embargo, el ser capaces de reflexionar con posterioridad respecto de una determinada situación como de nuestra reacción a ella sin duda representará una lección útil para nuestra contínua jornada de crecimiento personal.

Antes de terminar, me gustaría compartir una idea específica que me llamó la atención al leer el libro ‘Sobre la Salud Mental’ (Melanie Klein, 1960), y que siento encapsula el sentido general de este artículo. Allí, el autor menciona el hecho de que tener un estado mental equilibrado no implica evitar el conflicto. Más bien, se refiere a la capacidad de tolerar y manejar emociones fuertes y dolorosas.

 

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